28/11/09

A rueda del ecologismo



per Rubèn Peris (*)

Últimamente en el mundo del ciclismo está de actualidad un tema que yo ya hacia tiempo que reflexionaba. El planteamiento de la Unión Ciclista Internacional de impulsar la ecología a través de la bicicleta i explotar el lado más ecológico de este, nuestro vehículo, ha disparado los comentarios y las opiniones en este sentido. Yo, primero como aficionado de este gran deporte pero también como dirigente de una de sus pruebas, siempre me he preocupado en mayor o menor medida de este aspecto, fijándome en casos concretos o analizando problemáticas que se derivaran y buscando vías para solucionarlas.
En un deporte como el nuestro, ecológico por esencia, tenemos que ser modelos. No puede ser que inmersos como estamos en una época difícil y llena de contradicciones y ataques no explotemos y potenciemos uno de los aspectos que más a favor tenemos: la no contaminación de nuestro vehículo. La bicicleta se ha convertido en un elemento más, por no decir en uno de los más importantes, de nuestra sociedad: gente joven yendo arribo y abajo por los paseos de las ciudades, excursionistas que suben a las cimas más altas con la bicicleta al hombro, pero también ejecutivos con corbata i maletín que se desplazan hasta su oficina sobre dos ruedas. Esta “globalización” de la bicicleta se ha producido debido a la serie de ventajas que supone frente a las características del coche, y siempre teniendo la contaminación y el calentamiento global como telón de fondo. Si somos modelos en ecología, seámoslo al 100%. Si la gente coge la bicicleta porque no contamina, que los profesionales del deporte den un buen ejemplo de cómo ser ecológicos totalmente, de la misma manera que para promover la utilización del casco se ha normativizado la obligatoriedad de su uso en las pruebas ciclistas profesionales. Es por todo esto que consideraría más que oportuno la modificación de la conducta de algunos ciclistas que, estén escalando un puerto o rodando inmersos en el pelotón, lanzan los bidones en el primer lugar que encuentran, dejando tras el paso de la carrera un reguero de productos y de residuos que, unidos a los envoltorios de los productos de avituallamiento, ensucian tanto la zona por donde se ha pasado como el nombre del ciclismo. La numerosa presencia de aficionados deseos de ver pasar a estos héroes que escalan montañas imposibles y que corren a velocidades estratosféricas va unida al deseo de llevarse un recuerdo de estos deportistas y, en especial en la figura de los niños, estarían, y están, encantados de recibir uno de estos bidones que si no descansan en sus manos quedaran olvidados en un rincón al lado de la carretera.
Dada la dificultad de reutilización de estos bidones o la eliminación en carrera de los envoltorios de la comida, opino que no estaría de más cuidar la ya demasiada manchada imagen del ciclismo contentando al público con un pequeño obsequio que hará que tengan más ilusión y confianza en este deporte, por lo que respecta a los bidones. Por lo que respecta a los envoltorios, no supone ningún esfuerzo el hecho de guardarlos en un bolsilla del maillot para ser tirados en el sitio adecuado al finalizar la etapa. Si hacer felices a los aficionados no es suficiente para alguien, siempre puede pensar en no ensuciar una tierra donde vive gente y contribuir a no contaminar un Mundo cada vez más deteriorado. Seamos ejemplo en todos los aspectos del ciclismo, de manera que el uso deportivo pero también cotidiano de la bicicleta sea sinónimo de ecología, respeto y responsabilidad.

(*) Rubèn Peris és president de la "Volta" Ciclista a Catalunya.
Aarticle aparegut aMeta 2000 i altres mitjans de mconunicació