23/9/07
Aburridos y sin siesta
Para los aficionados de sofá la Vuelta terminó en Andorra: última etapa de gran lucha, confirmación del líder que a la postre ha resultado ser el vencedor y puente en Catalunya, es decir, última siesta antes del retorno definitivo a la normalidad. Al día siguiente los críos comenzaron la escuela, terminaron las sobremesas ante la tele y la carrera se sumió en una modorra irrecuperable durante diez etapas, demasiadas para rescatar la Vuelta del olvido a pesar de los esfuerzos baldíos de Carlos Sastre por destronar a Menchov y de la ambición de Samuel Sánchez, vencedor en tres etapas y tercero al final por méritos propios y del Euskaltel.
Denis Menchov ha sido descaradamente superior al resto, de acuerdo, ha buscado aliados ante los cuales poco ha podido hacer Carlos Sastre y Samuel Sánchez quizás ha despertado tarde; pero con un par o tres de etapas de montaña más selectivas y una crono larga no tan llana y con viento a favor como la de Zaragoza, no habríamos dormido desde Arcalís hasta Abantos, que no es poco sueño. Hoy en día no basta con un puerto duro al final, hace falta otro anterior que seleccione, como hizo la Volta a Catalunya en la etapa reina con la Comella, antes de subir Arinsal, y salió una etapa redonda y merecedora de al corona regia. Pero en la Vuelta han querido ser tan mesurados con la dureza para evitar el dopage que se han pasado de tibios. Y en el reino de los atemperados, el frío es rey.
Y eso que la carrera comenzó bien. Emoción en la primera semana, con un Freire pletórico, un Bettini a punto para los mundiales, el renacer de Pettachi y un Bennati sorprendente; una escalada a los Lagos que permitieron descubrir a Efimkin; un doble final en alto en Cerler y Arcalís con las cunetas llenas de público, pero después, el desierto... Ya se sabe que ‘pagant sant Pere canta’, pero hay veces que desafina. Y la travesía de Valencia y Murcia con escapadas consentidas, finales de bostezo y recorridos aburridísimos para enlazar un municipio patrocinador con otro que esponsoriza, ha resultado letárgica para los sufridos espectadores que, metidos de lleno en situaciones tan emocionantes como las averías de RENFE la refundación del catalanismo y los presupuestos del Estado, se han olvidado de la apasionante Vuelta para siempre. Lástima, porqué el final con Abantos, la crono de Collado Villalba y, sobretodo, un Samuel Sánchez fuera de lo común, han hecho renacer la carrera. Pero, tal como hemos aprendido en las series de médicos de la tele, hay veces en que un par de descargas de desfibrilador no bastan para recuperar a un moribundo, y así la Vuelta se nos ha ido de las manos con el gusto amargo de lo que podría haber sido y no fue.
No voy a defender lo indefendible en nombre de los auténticos aficionados: la Vuelta ha quedado aburrida y con tan poco interés que, o eres un enfermo de bici, o has dedicado el tiempo a otros quehaceres. Septiembre es un mes cruel para ver ciclismo, lo dijimos el primer día, pero tampoco cabe ponérselo tan fácil.
Publicat a La Vanguardia
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